Por suerte, este fin de año tengo muchos más amigos en todas partes del mundo. Son tantos, que quizás ni pueda felicitarlos personalmente a todos. Por eso voy a permitirme la libertad de comenzar por siete que, sin considerarlos mejores (ellos no me lo permitirían), sí merecen especial respeto y admiración de quienes tenemos por profesión el bien humano.